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Poemas Laura Giordan

27-04-20

Laura Giordan

 

Dame esa palabra que haga brotar calostro de las piedras

mientras tanto no decir nada

seguir en penumbra

hasta que alguien me llore dentro y tenga que escribir

para darle consuelo

 

 

I

 

A tu alfabeto le andan faltando letras

hasta que no hay manera de deletrearte.

Ver cómo se disgrega el torso,

cómo los continentes

se hunden en el vientre.

Tu vientre socavón,

desmoronamiento de la mirada.

 

 

II

 

Las abejas se llevan cada vez

más lejos el polen.

La cuchara se desmaya en el trayecto

hasta tu boca.

 

 

 

III

 

“Danos hoy nuestro hambre de cada día”

tu Padre Nuestro.

No las espigas ni los costales: para ti

las costillas esdrújulas, el fuego

negro que sube por los talones

y va consumiéndote sin llama.

Cráneo crecido

y cuerpo en cuarto menguante,

todo cuenca y pómulo,

todo descuento de tu carne

y suma pellejo

y sigue sin llover

sobre tus surcos.

 

 

IV

 

La luz desfallece

de tanto ver el hambre

como testigo maldito pasando

de la madre al hijo,

del hijo a la tierra

de la tierra al fruto exánime.

La luz famélica de cubrir la desnudez

en cal viva de tus huesos:

una casa de la que sólo quedan vigas

donde el último habitante

-con ojos desmesurados-

pregunta quién se llevó toda la mezcla.

 

 

[Hambre, Materia oscura]

 

 

Tormentas de tierra

sulquis

escuerzos

las tazas que habían venido de Europa

descascaradas

las fotos de niños ya muertos

las paspaduras

el primer vello en el pubis

fruto que se volvía extraño

la infancia un carozo de durazno

trepanado por hormigas negras

papá silbando en el patio

mientras quema sus libros

todas las memorias amarilleando

bajo el cráneo

 

nostalgia: esta dulce podredumbre en la espalda esta pútrida dulcedumbre de las palabras que no mueren del todo como esas hojas que antes de desaparecer agonizan juntas en parvas exudando el fervor del verano y la savia

 

Sus noventa y siete kilos y toda

su lujuria cayeron sobre tu pubis

de nieve aún blanda.

Si hay dios, que esta noche

caiga de rodillas y llore

todo lo creado.

 

[Primera vez]

 

En cada pecho hay un sol sepultado,

con su pulsación clandestina,

su madriguera de temblores

y una confesión de sobrevida

en los labios.

En cada pecho, una rotura,

hueco para alojar la verdad

que no soportarían los ojos:

el aleteo de un pájaro lacerado

sostiene el mundo.

 

 

[El corazón]

 

Viaje adentro, al fondo, a ese barro primero

solícito para las manos, los algodones

tendidos en coincidencia con la herida.

 

Lo blando: refugio de las aristas

que nos duelen.

 

Viaje por los corredores

de la sangre, el andamiaje de calcio

que nos alza en rebeldía incesante

ante la gravedad.

 

Para ser polvo encendido en la frente

de algún dios, reconciliación

de puntos cardinales, fervor

que nos eleva a esa colina

desde donde podemos ver

la infancia que nos aguarda.

 

 

[Viaje adentro]

 

Bajo la piel hay alforjas

para guardar las noches

lentas, ojeras ocaso

donde se ponen

fulgores y encallan los soles

hasta hacerse crónica

nocturna, pliegue

del desvelo.

Marsupiales

cargan sus penas párvulas:

ese modo

tan humano de llorar

por dentro, de penar

por dentro hasta convertir

en piedra lunar

el llanto.

Dos criaturas de lomo púrpura

abrevan la luz

convaleciente

en nuestros ojos.

 

 

[Ojeras]

 

A dónde van a morir

los pájaros, sus pulmones

calcinados de vuelo por qué

sumidero celeste o anti-nido

se fugan, desde dónde

esa caída de estrella

discreta como la muerte.

 

Cielo y tierra se tocan

porque existen ellos

trazando esas líneas

invisibles que unen la sangre

al relámpago, la garganta

a la lluvia, las plegarias de la madre

al desastre inminente.

 

Qué ciudad de hormigas

reclama su sombra, qué

viento se lleva sus huesitos

blancos, naufragados en la altura

hasta hacerlos transparentes.

 

En qué momento de nuestra ceguera

se desploman.

 

 

[Pájaros]

 

 

El sobretodo azul que pusiste

sobre los hombros de la muchacha aquella

volvía empapada del interrogatorio

temblando

la mojaban la picaneaban

cada noche

la dejaban junto a tu colchón

con un llanto parecido al de un cachorro

ese gesto a pesar del miedo

a pesar del miedo te sacaste el sobretodo azul

para abrigarla

no poder dejar de darle ese casi todo

en medio del sobretodo espanto

la dignidad puede resistir

azul

en apenas dos metros de tela

y en esos centímetros que tu mano

sorteó en la oscuridad hasta sus hombros

 

 

sobre todo

 

 

 

[El sobretodo azul ]

 

 

Creció y fue de aquéllos

Luis Pimentel

 

De niño,

atrapaba mariposas

para arrancar el polvo

de sus alas, palpaba con fruición

su suavidad celeste,

sedosa hasta la náusea,

hacía el signo

de la cruz sobre su frente

mientras las mariposas

trastabillaban, como derviches

giraban en fila

 

 [enloquecidas sobre la tapia.

 

Ya no corre

detrás de las mariposas

del patio, pero dejará

-como en aquel juego-

madres de luto blanquísimo

girando en fila por la plaza.

 

 

[Infancia del torturador]

 

Guárdalo en la vigilia de tu pecho igual que a un centinela.

Olga Orozco

 

Un diente de leche de cada hijo

dos plumas de gorrión

resucitado

después de la helada

tres mudas de chicharra

el delantal a cuadros de la abuela

La palabra inocente de Alejandra

 

la cruz del sur

 

pero sobre todo

aquel corazón primero

potrillo desollado

trotando sobre cenizas

todavía tibias

todavía crédulo

de llanuras intactas

 

para ser invencible.

 

[Talismán]

 

 

poeta de Córdoba, Argentina

A causa de la dictadura militar argentina, a finales de la década de los setenta se exilia con su familia en España.

Ha publicado “Cartografía de lo blando” (2005), “Materia Oscura” (2010, Baile del Sol), “Noche sin Clausura” (2012, Ediciones Amargord), “Antes de desaparecer” (2014, Ediciones Tigres de papel), “Una lengua impropia” (2014, Ediciones del 4 de Agosto) y las plaquettes “Celebración del brote” (2009, Zahorí-Poesía en minúsculas) y Las varas del zahorí: poemas de la sed” (2013, Fundación Inquietudes). Sus poemas han sido incluidos en diversas antologías: Antología de Poesía (ECA -Escritores Cordobeses Asociados, 2002), Aldaba (2004) Antología de poetas hispanoamericanos, Cuadernos Caudales de Poesía (Edición Caudal, España, 2007), Los centros de la calle (Editorial Germanías, 2008), Por donde pasa la poesía (Baile del Sol, 2011) y ·En legítima defensa. Poetas en tiempos de crisis” (2014, Bartleby Editores)

Asimismo, ha colaborado con algunas publicaciones como La hamaca de Lona, Youkali, Viento Sur, Ginebra Magnolia, Eclipse, Nayagua, The children’s book of american bird, Confines (Argentina), Grumo (Brasil-Alemania) y Galerna (USA).